1.6.21

La vida de los mudéjares



Candela García González

Vamos a hablar hoy de los mudéjares, musulmanes que en la Edad Media, vivieron en las tierras conquistadas por los cristianos en la península Ibérica. Se les permite vivir en su lugar, proteger sus propiedades, sus costumbres y creencias, no solo en su vida privada, sino también en las mezquitas para desarrollar los preceptos del Islam.

Sí, el campesino mudéjar debe pagar los diezmos y la renta solemne a la iglesia. Como súbditos del rey, deben pagar tributo al tesoro real. En general, gozan de la libertad de circulación aunque hay excepciones, dependiendo de la forma en que se rindan y en algunos casos, como en Baleares, o simplemente por su servidumbre, se convierten en esclavos. En Cataluña, si quieren emigrar, necesitan ser gravados con un impuesto.

Otras restricciones incluyen la prohibición de contraer matrimoniosentre  mestizos o tener que portar carteles externos que los identifiquen. Al igual que los judíos, la ciudad de los mudéjares se localiza en diferentes barrios que componen las conocidas aljamas o morerías.

La situación jurídica de los mudéjares se recoge en letras detalladas de pueblo. Se encuentran dispersos entre las dos grandes coronas cristianas. En el siglo XV, los moriscos aragoneses suponían probablemente el 11 por ciento de la población total. Las principales ciudades de este reino cuentan con Morelia, como foco más importante. A su vez, en Valencia, hay muchos de ellos. Comparado con la situación de los aragoneses y valencianos, los mudéjares de Castilla solían vivir en tierras reales, porque en estos reinos vivían en la tierra de los señores, aunque tenían que vivir en las condiciones del régimen señorial, pero siempre estuvieron muy protegidos por la nobleza.

El valor de ser un trabajador cualificado

Las ocupaciones preferidas de los mudéjares son la agricultura, el comercio -trajineros-, la fabricación de seda, la carpintería y la construcción de ladrillos.

El respeto por el pueblo mudéjar no es el resultado de la tolerancia de las autoridades cristianas hacia los musulmanes, sino que se respeta por razones más prácticas. Primero, hay tanta gente en ciertas áreas que no es efectivo obligarlos a elegir entre irse o convertirse, segundo, como dijimos antes, son excelentes agricultores y artesanos. En cualquier caso, la convivencia de cada lugar y época es diferente: donde hay poca gente, como Castilla, no hay conflicto grave, y hay más en la corona aragonesa. La convivencia se deterioró significativamente en el siglo XV, a medida que aumentaba la presión para recibir el bautismo, asimilándolos a la mayoría cristiana y aboliendo su cultura, desencadenando numerosos levantamientos y huyendo al Reino Nazarí de Granada.

Las disposiciones para la rendición de ciudades y plazas durante la Guerra de Granada fueron generalmente tolerantes con la población musulmana, excepto en el caso de Málaga. El arzobispo Hernando de Talavera sigue una política de conversión basada en el respeto a la cultura mudéjar y la persuasión pacífica. Sin embargo, Cisnarros creía que la tolerancia no conducía a un cumplimiento de conversión a gran escala y, por lo tanto, adoptó una política de fuerza: cumplimiento de conversión o expulsión. Hubo disturbios y fue severamente reprimido.

Finalmente, los mudéjares desaparecieron de la historia peninsular: muchos izquierdistas y más seguidores convertidos se convirtieron en moros. De esta manera, nació una nueva minoría en la era moderna.