1.6.21

Al-Hakam II, el califa cultivado

Miguel Ángel Barcia Periñán

Al-Hakam II, nacido en Córdoba el 13 de enero del 915 y fallecido el 1 de octubre del 976, fue el segundo califa omeya de Córdoba desde el 16 de octubre del 961 hasta su muerte. Su reinado fue uno de los más pacíficos y fecundos de la dinastía en la península. Amplió la mezquita de Córdoba, ciudad que alcanzó su apogeo durante el periodo califal. Además, es reconocido como un gran bibliógrafo y un gobernante de amplia cultura. Sucedió a Abderraman III  a los 47 años, continuando​ la política de su padre y manteniendo la paz y la prosperidad en al-Ándalus No solo sostuvo el apogeo al que llegó el califato con su padre, sino que con él logró su máximo esplendor.

A los 8 años fue nombrado sucesor de Abderramán III. Su educación fue exquisita, participando intensamente en las actividades del reinado, así como en las campañas militares, acompañando al califa en varias ocasiones.

Conservó durante toda su vida gran aprecio por las artes y las letras. Cuando a la muerte de su padre se hizo cargo del poder, adoptó el título de al-Mustánsir bi-l-Lah ("el que busca la ayuda victoriosa de Alá"). Hasta entonces, y pese a su unión con Radhia, no tuvo hijos. Al llegar al trono la descendencia se hacía necesaria y logró dársela una concubina esclava, de origen vascongado llamada Subh (también llamada Zohbeya y Aurora), a quien Alhakén dio el nombre masculino de Chafar.