1.6.21

Málaga se somete a las fuerzas cristianas


Miguel Ángel Barcia Periñán

La toma de Málaga, el asedio llevado a cabo en 1487 mediante el cual los Reyes Católicos conquistaron la ciudad de Málaga a los musulmanes en el marco de la Guerra de Granada, fue uno de los episodios finales de al-Ándalus. El asedio fue un largo evento de unos cuatro meses de duración y supuso un episodio sangriento en la guerra final por la conquista del Reino nazarí de Granada.

La plaza de Málaga estaba muy bien defendida. La ciudad estaba rodeada por una muralla defensiva y por arrabales igualmente amurallados y la alcazaba estaba comunicada con el castillo de Gibralfaro mediante una coracha doblemente amurallada. Lo defendían 15.000 gomeres africanos y guerreros malagueños.

El rey Fernando el Católico salió de Córdoba con un ejército de 20.000 jinetes, 50.000 peones y 8.000 soldados de apoyo. A este contingente se unió la artillería mandada por Francisco Ramírez de Madrid que salió de Écija. El ejército tomó la decisión de atacar primero Vélez-Málaga​ para posteriormente avanzar sobre Málaga.

El asedio de la ciudad fue uno de los más largos de la Reconquista, duró varios meses y cortó el suministro de alimentos, rindiéndose el 13 de agosto de 1487 y entrando los reyes triunfalmente el 18 de agosto. La población fue castigada a la esclavitud o a pena de muerte, con excepción de veinticinco familias que pudieron permanecer en Málaga, como mudéjares, en el recinto de la morería. La conquista de Málaga supuso un durísimo y definitivo golpe para el reino nazarí de Granada que perdía así su principal puerta marítima.