En la jornada de hoy viernes, 16 de enero del año 929, el octavo emir de la dinastía omeya, proveniente de Bagdad, Abderramán III, se ha proclamado califa de Córdoba. Él en persona nos ha dado a entender el motivo de su autoproclamación. Nos dice que la razón de su proclamación "es obra de Dios, que ha premiado mi esfuerzo como emir derrotando muchas ciudades, defendiendo a la población, protegiendo el imperio"…, entre otras muchas razones, lo que le ha procurado la extensión de su fama y con ello elevando su autoridad.
Muchos piensan que el grande Abderramán solo lo ha hecho para ganar poder y lograr gobernar una de las ciudades que se encuentra en al-Ándalus, ya que últimamente esta región está floreciendo como jardín del paraíso para Alláh.
De igual forma, Abderramán se ha autodenominado “Príncipe de los Creyentes” y ha ordenado que le recen por ese nombre y que pongan ese apelativo en todos los documentos oficiales. Tenemos que recordar que al crear el califato de Córdoba se independizó totalmente del califato abasí, por lo tanto también de Bagdad.
Tras todo esto se está observando que este califato va a llegar muy lejos, pues Abderramán ha tenido éxito como emir y se prevé que va a hacer crecer el esplendor cultural, económico, político, militar de al-Ándalus además de la posibilidad de embellecer Córdoba y sus alrededores.