El poder del califato no puede sufrir demoras. Por ello, Hisham II, hijo del segundo califa omeya de al-Ándalus, será el heredero del poderoso califato y en concreto, el tercero de esta dinastía en ser nombrado con dicho título.
Tras la muerte de su padre y según la ley islámica, un califa no podrá ser menor de edad. La minoría de edad del príncipe Hisam plantea no pocos problemas de índole política. Al morir el califa, se oculta la noticia al pueblo, mientras la Corte busca un sucesor.
Antes de comunicar su fallecimiento a nadie, han decidido poner en el trono al hermano menor del califa un joven de 27 años, con la condición de que nombre heredero a Hisam II cuando alcance la mayoría de edad.